miércoles, 29 de septiembre de 2010

La cocina del infierno

Un día, practicando el sano deporte de picarle al control remoto, nos encontramos un programa: "Hell's Kitchen". Yo ya había oído hablar del tal programa, por lo que le pedí a Daniel que le dejara. En el mismo canal habíamos visto ya la emisión anterior, con una cocinera de la que Anthony Bourdain, cuando no hace chunga, de plano dice que la odia, de modo que estacionarnos otra media horita en el mismo canal no costó tanto trabajo, amén de que ya se nos habían cansado los dedos y siempre es muy bienvenido un cambio de idioma, porque a veces pudre tanto acentito argentino del Gourmet, ché.
En fin, tuvimos la dudosa suerte de ver la primera emisión de la no-sé-cuántas temporadas del susodicho programa, protagonizado por un aparentemente histérico chef inglés que responde al apelativo de Gordon Ramsay cuya misión en esta vida parece ser la de entrenar futuros empresarios gastronómicos-porque si no recuerdo mal el premio de dicho "reality show" es justamente tu propio restaurante-a punta de mentadas de madre e insultos sin fin. Ya a éste le decía que no servía para nada, ya a aquél le decía que no se iba a quemar sirviendo semejante porquería-preparada por el concursante, muchas veces con media hora de entrenamiento previo porque no es requisito ser ni estudiante ni graduado en gastronomía para entrar al programa-en su restaurante. Si se es un poco sádico, quizás se disfrute viendo como Ramsay grita, insulta, mienta madres y sorraja platos a placer, mientras los concursantes muestran una variada gama de reacciones: están los que se hacen chiquitos, esperando en vano que Ramsay no los vea, otros se ponen verdes, morados, amarillos, de todos colores, en fin, mientras el connotado chef-que ha ganado varias estrellas Michelin-les dice de qué se van a morir y en qué van a reencarnar, otros ponen cara de "si no estuviera en cámaras ya te hubiera partido la cara, infeliz", algunos ponen cara de fastidio...en fin. Tal parece que la participación en el show es para gente que goza trabajando bajo presión, presión generada por una olla exprés llamada Gordon Ramsay. O para aquellos que de plano estén muy necesitados de dinero y chamba. Porque Ramsay nunca es amable. Si acaso, se ablanda de vez en cuando. Menos frecuentemente se le escucha un elogio. Pero si algo queda claro, es que, al margen de la terapia de escopeta que les sacude a todos los participantes, el señor este sabe lo que hace. No por nada tiene quién sabe cuántos restaurantes a lo largo y ancho del mundo, por no hablar de sus estrellas Michelin, y sus programas, si bien a muchos les parecen cuestionables, gozan de los altos ratings que atestiguan las numerosas temporadas de las emisiones.
Por eso me cayó de sorpresa una nota que acabo de leer. En uno de sus programas en televisión gringa, "Kitchen Nightmares", refrito de su programa inglés "Ramsay's Kitchen Nightmares", Ramsay pasa una semana "rescatando" restaurantes de la ruina. Según entiendo, Ramsay se mete a reorganizarlo todo: el menú, los proveedores, la administración, el servicio...vaya, en ocasiones hasta ha cambiado el nombre de los garitos a su cargo temporal. Según dicen los críticos, parece que el problema con la emisión gringa es que se han enfocado más al drama familiar que a la cocina, o sea que del aspecto aparentemente didáctico que tenía la emisión inglesa, donde se veía cómo operaba un restaurante, en la emisión gringa no queda casi nada. Y drama tendrán para rato: resulta que el dueño de uno de los restaurantes participantes en la temporada del 2007, la primera en Estados Unidos, se acaba de suicidar.
Lo sorprendente no es tanto el hecho en sí: miles de personas se suicidan al año. Lo que sorprende son las reacciones al hecho. Los comentarios, por supuesto, no se hicieron esperar: "¿No se sentirá responsable Gordon Ramsay?" "¡Claro!, ¿cómo no iba a pasar algo así, si el tipo se la pasa diciendo que todos son unos inútiles?" y cosas por el estilo. Y yo me pregunto: más allá de la reacción a una noticia que se da en calidad de chisme, porque en apariencia está involucrada una "celebridad", ¿no se estará exagerando la nota en relación con la responsabilidad que tenga o no Ramsay?
Me explico: el señor dueño del restaurante Campania, en Nueva Jersey, solicitó la intervención de Ramsay porque a su changarro estaba a punto de cargárselo el payaso. Pero esto pasó hace tres años. Y el buen señor, ¿qué hizo en tres años? Al parecer, llenarse más de deudas y enredar más la situación. Imagínense que contratan ustedes un experto porque su negocio no funciona. Llega el experto y tras analizar la situación, te dice: ¿y para qué te metiste a esto, si no tienes ni idea de cómo funciona el negocio? ¿Qué hay que hacer? A mi modo de ver, lo más sano y más prudente sería retirarse, tratando de salvar lo más posible. Dicen por ahí que el que porfía mata venado, pero caray, si ni una intervención por parte de una personalidad de la televisión, y toda la publicidad y exposición gratis que genera ayudan, pues ¿a qué insistir? ¿A qué insistir teniendo tres hijos y una esposa? ¿Por necio? ¿O porque se tragó aquello de que insistiendo lo suficiente se logra el "American Dream", al alcance de todas las manos y premio de todas las voluntades? ¿No suena un poco a irresponsabilidad? A mí sí.
Lo peor del caso es que no es el primer suicidado "vinculado" con Ramsay. Ya hace un par de años, una concursante de "Hell's Kitchen" también se suicidó. Y supongo que se dieron las mismas reacciones al caso: "Debería darle vergüenza que se le maten los concursantes", "sí, claro, como no son sus hijos o sus parientes, pues qué le importa". Y yo regreso a lo mismo: ¿tanto nos pica que se nos diga que no servimos para lo que suponemos servir? ¿Somos los humanos acaso tan ingenuos, tan necios o tan soberbios como para insistir en algo que no funciona para nosotros, aunque eso termine en un balazo o en un cadáver flotando aguas abajo del Hudson? O quizás, como en el caso de la concursante, ¿a qué nos metemos a algo que ya sabemos que se trata de aguantar vara pero en serio, si no vamos a aguantar y a las primeras de cambio vamos a sacar la pistolita?
Lo anterior me lleva a la cuestión de la responsabilidad. No tanto de la propia, supongo que los suicidados ya poco pueden decir al respecto--aunque cabe señalsr que el muerto dejó deudas, una viuda y tres hijos; la viuda, ahí nomás, anda pidiendo cooperaciones voluntarias en Facebook--, sino de cómo es que la sociedad, el entorno o como quieran llamarle, adjudica las responsabilidades de una manera un tanto...irresponsable. ¿Es Ramsay culpable de que su concursanta tuviera el cuero muy delgado? No lo creo. ¿Tiene la culpa el neurótico ese de que el dueño del Campania, quien evidentemente no sabía, ni nunca supo, distinguir un culo de un codo en tanto el negocio de la restauración, siguiera endeudándose tres años más en vez de optar por cerrar? Tampoco lo creo. Pero ahí está la gente, rugiendo porque "dé la cara" el supuesto responsable, porque emita alguna declaración en un asunto que dejó de competirle hace tres años, y seguramente no faltará quien pida que se le demande y exija una compensación como "causante del suicidio por tortura psicológica" o alguna guarrada por el estilo. Y si no lo hace, ¿que apuestan a que van a empezar, a como son los gringos de ramplones y niñatos, a promover el "boicot en contra del promotor del suicidio"? Algo me queda claro en todo esto: viendo la tele se aprende. Quizás aprenda uno el valor de la responsabilidad, del asumir las consecuencias de las propias decisiones y de los propios actos--señores, nadie los obliga a ir a la audición para concursar en "Hell's Kitchen", máxime que para nadie es un secreto a qué le tiran--. Quizás aprenda uno el valor de conocer las propias limitaciones. Pero, lo más importante, a fin de cuentas, es que cada quien ha de responder por sus actos, sin andar echando fardos a diestra y siniestra. O, como se dice en buen mexicano, si no nos cabe, aprender a no repartir. El chiste está en que uno quiera aprender algo. Y los gringos no están dispuestos a aprender nada.

1 comentario:

Alfredo R. I. dijo...

Terrible situación. Lo primero es el fondo meloso del nuevo programa del tipo ése, como si la tele no estuviera ya sobresaturada de psicólogos chafas —de personas y de animales—, visitantes que te arreglan la casa, la cara, la vida y la boda, gente te surge en la sala como por arte de magia y te dice "¡serás famoso ahora!", o idiotas que creen que cortándole el pelo a cualquier incauto —y tomándoselo, faltaba más— lo harán el no va más de su cuadra. Con todo esto —que son ejemplos ciento por ciento reales—, ¿para qué agarrar un chef y decirle "ahora, va usted a arreglarle el restaurante a este imbécil y, de paso, nos enterará de la vida miserable que lleva con su esposa inválida, su hija tarada y su hijo prostituto". Qué porquería.

Y luego, lo otro, ya se sabe: en gringolandia, lo que menos importa es si el que se mata se mata porque le dio la gana, porque se le vencieron las letras del coche o porque se patinó en el baño. Lo importante es buscar quién tiene la culpa. Siempre. Y, como siempre hay un culpable, hombre, pues que pague. Y que pague bien pagado, faltaba más. Y si al Estado no lo hace pagar, la sociedad se lo demandará eternamente, lo señalará, lo boicoteará, lo expondrá como el animal sin entrañas que es. Uta.

Yo, por eso, mejor no veo tele. Y, de paga, menos. En una de tantas, un día cualquiera me animo a ir con el estúpido ése que se autodenomina "Dr. Phil" a contarle cualquier tontería y termino chillando a moco tendido en el foro. La verdad, paso.